Agujero negro (cuento breve)
Le dijo que su coño era un agujero negro, que absorbÃa todo lo que se le ponÃa por delante. TenÃa un centro de gravedad bajo y una increÃble fuerza de succión. Aspiraba cualquier cosa como si fuera una partÃcula de polvo, y luego no dejaba ni rastro del intruso. Como un conejo en la chistera de un mago, era un visto y no visto. ¡Tachán! Él se rió de buena gana de aquella estúpida ocurrencia y se bajó los pantalones. Ella no opuso resistencia. Dejó que le quitara las bragas y separó las piernas, dócilmente. Cuando le metió su polla, sin contemplaciones, todo él desapareció dentro de aquella angosta oquedad. Brazos, piernas, torso, cabeza... Todo. Succionado y centrifugado por aquel tambor de lavadora orgánico. De él no quedaron ni los pantalones; que, por cierto, eran unos Levi's originales.
Óscar Bartolomé