Crítica de 'El Golpe' (The Sting), película de George Roy Hill con Robert Redford y Paul Newman
A veces, aquello de que segundas partes nunca son buenas no se cumple, y más si pensamos en el segundo encuentro de Paul Newman y Robert Redford. El director George Roy Hill los volvió a unir tras 'Dos hombres y un destino' (1969) para que volvieran a estar juntos en 'El Golpe' (‘The Sting’, 1973). Nadie puede dudar que aquel western de 1969 fue un verdadero éxito, y más con el protagonismo de dos de los sex symbol de la época interpretando a unos cowboys en sus horas más bajas. Así que, del western pasaron al Chicago de los años 30 en esta película en la que se mezcla el aura del género de gangsters, el suspense del cine negro y la vida diaria de dos timadores que bien nos puede hacer recordar a las películas de Chaplin.
La cinta comienza con un plano secuencia en el que vemos una serie de personajes, ejemplo de la sociedad del año 36, que conseguía sobrevivir como podía tras la Gran Depresión. Esta secuencia, llena de caras anónimas, es rota por la entrada en el plano de unos mocasines de un hombre bien vestido, que nos adelanta una de las premisas que estará presente en toda la película: nada va a ser lo que parece.
El hombre bien vestido resultará, finalmente, un trabajador de la mafia que tampoco tiene donde “caerse muerto” como vemos cuando intenta estafar a los hombres con los que se cruza en su camino y que lo acabarán timando a él. Entre estos timadores se encuentra Johnny Hooker, personaje genialmente interpretado por un Robert Redford de 37 años que hacía de un hombre una década más joven.
No es hasta pasados 20 minutos del film cuando aparece Paul Newman en escena, interpretando a Henry Gondorff, un timador en “horas bajas” que se hace mentor de Hooker. Este personaje, bastante más secundario que el de su compañero, le dio a Newman la posibilidad de interpretar una de las escenas más inolvidables de la película: la de la partida de póker en el tren junto al malo de la película, Doyle Lonnegan, interpretado por un soberbio Robert Shaw -dos años antes de ponerse en la piel de Sam Quint, el cazador de tiburones de 'Tiburón’ (1975). Como dato curioso decir que el personaje de Lonnegan es cojo porque Shaw se lesionó el tobillo antes del rodaje, así que lo incorporó al personaje.
Lonnegan y Gondorff irán intercambiando el papel de timador a lo largo de la partida, saltándose las reglas del póker con trucos de cartas, hasta llegar a un enredo final en el que el que el timador acaba convirtiéndose en timado. A partir de aquí, el gran engaño de la trama se desarrolla sin pausa hasta llegar a la consecución del gran golpe.
Ya lo dijimos, nada es lo que parece, igual que ocurre en el cine. La casa de apuestas donde se desarrolla el plan es falsa y podemos ver su transformación en el film como si de un making of se tratase; los apostadores de la casa de apuestas son extras contratados; y la mentira llega hasta el espectador que, aunque cree que tiene la misma información que los protagonistas, es igualmente engañado. 'El golpe' acaba dirigiéndose también hacia nosotros y, finalmente, también somos timados.
La película está dividida en 6 capítulos presentados con láminas dibujadas que bien nos podrían recordar a aquellos textos que había en las películas de cine mudo, y que ayudan al espectador a situarse en la trama y a seguir los diferentes pasos del argumento al mismo ritmo que los personajes.
De su ambientación, simplemente alucinante, que recreó en los estudios de la Universal aquel Chicago de los años 30, hay que destacar el diseño de vestuario de la mano de Edith Head, que consiguió en su carrera el récord de 8 Oscars de la Academia, el último, por 'El Golpe'. Los diseños de Head aportaron una gran elegancia a los personajes masculinos de la película, que pasean su “buena percha” aunque estuviéramos viendo a timadores de poca monta.
Pero no podríamos hablar de 'El Golpe' sin hablar de su guión y de su música. Esta película es un ejemplo de que cine comercial y de calidad no tienen por qué estar reñidos. Con una trama perfectamente trazada, diálogos ingeniosos y giros de guión interminables, David S Ward sabe cómo mantener la atención del espectador en los 129 minutos de la película. Ward ganó un Oscar por este guión y desapareció. Volvió a aparecer para el gran público con 'Algo para recordar' (1993), aquella película protagonizada por Tom Hanks y Meg Ryan.
La música de la película, ese rápido compás que es inconfundible en cuanto suenan sus primeros acordes, no es original. Fue compuesta en 1902 por el compositor afroamericano Scott Joplin, que popularizó el ragtime del que derivó el jazz y el swing de la Big Band. En los años 70 el ragtime volvió a popularizarse y Marvin Hamlisch eligió la composición de Joplin para 'El Golpe', adaptación por la que se llevó un Oscar. Como dato curioso decir que Hamlisch está en la lista de las 10 personas que se han llevado de 3 o más Oscars en una noche, y que es una de las 12 personas que han ganado un Emmy, Grammy, Oscar y Tony.
Tema musical de 'El Golpe'
La cinta consiguió 7 Oscars, uno de ellos al de mejor película, 43 años después de que La Universal lo ganara por 'Sin novedad en el frente'. La película refleja los años después del crack del 29 en donde todos intentaban sobrevivir; el film se rodó en el 73, año de la crisis del petróleo, época en la que la sociedad americana sufrió los “golpes” de un dólar devaluado.
‘El Golpe’ es la historia de un timo para llevar a cabo una venganza. Escena tras escena vemos la construcción de una mentira, con los decorados de la casa de apuestas y con unos giros de guión en los que nada ni nadie son lo que parecen timando, incluso, al espectador más experimentado. 'El golpe' es la consecuencia de un guión e interpretaciones magistrales que dieron forma a una de las obras maestras del cine comercial.
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Óscar Bartolomé