Sobre El Parnasillo

La mujer, toda piel, imagina olas
Que borden de espuma sus manos tan solas.
Su sangre, es de agua
Su vientre, de sal
Su llanto la lluvia que alimenta el mar.
Manantial su pecho de miles de nubes,
Y un río caliente a sus ojos sube
Lágrimas de luna
Se unen al viento
La arena se anega de sus sentimientos.
La mujer camina con sus pies desnudos
Su pelo está suelto; su alma, con nudos
La voz de una estrella
Le habla al oído
Mi niña, no llores tus mares perdidos.
Mil fuentes salpican su vela empapada
Donde hubo universos, ahora no hay nada
La sal, duele, niña
Pero cura heridas.
La mujer, llorando, se queda dormida.
La dama del faro