Sobre El Parnasillo

Indagando en la Historia del Cine es fácil hallar muchos ejemplos de películas que han servido de trampolín a cantantes o grupos de música desconocidos que tuvieron la suerte de incluir alguno de sus temas en la banda sonora de un taquillazo, consiguiendo con ello el escaparate que se les había negado hasta entonces. También es posible dar con el caso inverso; es decir, el de una canción muy popular que actuó de reclamo al servicio de una película, en perfecto maridaje entre cine y música, dos artes que siempre han estado muy hermanadas.
En la filmografía del director norteamericano de origen alemán Mike Nichols se dan ambos casos. En 1967 dirigió ‘El Graduado’, su éxito más sonado, pero que, más que por su valor cinematográfico, que lo tiene, se recuerda por la canción ‘Mrs. Robinson’, de Simon&Garfunkel, cuya repercusión en taquilla nadie discute.
Con ‘Closer’,
de 2004, ocurrió justo a la inversa. Esta controvertida
película fue la tarjeta de presentación de Damien
Rice, quien con su canción ‘The
Blower’s Daughter’ consiguió
que todos los espectadores se preguntaran a quién pertenecía
esa voz tan bien timbrada que envolvía a Jude Law y
Natalie Portman mientras caminaban por las aceras londinenses
cruzando sus miradas entre una marea de transeúntes.
Aún hoy son muchos los que ignoran el título
de aquella canción, pero sin embargo recuerdan su estribillo:
"I can’t take my eyes
off you”, como la llaman sin rebozo. Esta anécdota,
no por pueril menos divertida, sirve para ilustrar el calado
que tuvo en el público.
Como se ve, Mike Nichols tiene un buen olfato musical. Empero, cuesta creer que un compositor y cantante de la categoría de Damien Rice haya permanecido en la sombra hasta hace un suspiro. De hecho, pocos años antes de salir del anonimato gracias a ‘Closer’, Rice recorría Italia y parte de Europa con su guitarra acústica al hombro, embriagándose de los bucólicos paisajes dorados por el sol del Mediterráneo para componer sus canciones, como si de un moderno trovador se tratara.
Damien Rice nació en Celbridge, población irlandesa del condado de Kildare, en 1970, y se puede afirmar sin vacilación que su nombre es sinónimo de melancolía. Si consultamos la definición que da el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua para la palabra melancolía, en su primera acepción, leeremos lo siguiente:
1. f. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada.
En realidad, estas palabras, como cualesquiera otras que se pusiese en su lugar, son muy vagas para dar a entender lo que significa la melancolía cuando se las compara con una canción del compositor irlandés. Una imagen no siempre vale más que mil palabras, pero una nota musical bien puede valerlas.
En esta sociedad pacata en donde se
venera lo políticamente correcto, muchas son las voces
que proclaman que en la alegría reside la belleza,
pero
no nos engañemos, la única música que
merece llamarse música es triste por definición;
como todo lo que es bello, por otra parte.
Damien Rice empezó tocando en la banda de rock Juniper, pero cuando se disponía a grabar su primer álbum abandonó el grupo por desavenencias con el resto de componentes, motivadas al parecer por el rumbo comercial que estaba tomando.
A su regreso a Dublín luego de esa larga peregrinación por el continente, Damien pudo grabar su primer disco, al que bautizó con un título lacónico: ‘0’. Para ello se formó un grupo de colaboradores, entre los que destaca por derecho propio Lisa Hannigan, segunda voz y ocasional guitarrista. Los otros miembros del grupo son Vyvienne Long, celista; Tom Osander, percusionista; y Shane Fitzsimons, bajista.
Visto ahora, uno no puede dejar de pensar qué pérdida tan grande habría representado para la música que un disco como éste no hubiese visto la luz. De los diez temas de que se compone, no hay uno solo del que se pueda decir que está de relleno o que es prescindible. Todos, absolutamente todos, son preciosos y conmovedores, aunque claro, siempre se puede señalar alguno que te deja literalmente sin aliento. La fuerza estremecedora de Rice se eleva majestuosa en canciones como ‘Delicate’, oída en series de televisión punteras como ‘House’ y ‘Perdidos’, y ‘Cannonball’, usada en ‘The Orange County’.
La integración de la voz de Rice con la guitarra acústica y los arreglos de cuerda es perfecta, hasta el punto de que no se echa en falta ningún otro instrumento. En su estilo minimalista encuentra su gran poder de evocación, y es que cuando hay talento pocos medios se necesitan para tocar la fibra sensible. Puede lograrlo incluso con un sonido tan simple como el tintineo de unas copas en un brindis, como en ‘Cheers Darling’, otra de mis canciones preferidas. La voz de Damien Rice es tan sugerente y tan rica en matices que ella sola se bastaría para justificar un disco o una actuación en directo. Sabe modular la voz como una suave caricia, aunque a veces se permite, a medida que se acerca el final, explosiones de rabia, como un vendaval de dolores inconsolables que desgarran la serenidad de los primeros acordes. En este sentido, sólo tiene un pariente cercano en la figura de Thom Yorke, líder y cantante Radiohead, otro ilustre embajador de la melancolía hecha música -¿o de la música hecha melancolía?-. No es casual que Damien Rice hiciera una versión del ‘Creep’ de Radiohead, un clásico que se acomoda muy bien a las características de sus cuerdas vocales.
‘Cold Water’
es uno de los temas más tristes del conjunto. Como
si se tratara de una plegaria o súplica a Dios, en
él se invitan, se entrecruzan y se superponen las voces
tenues de Damien Rice y Lisa Hannigan, que van aumentando
poco a poco de intensidad, hasta acabar en un susurro. Lisa
también hace la introducción de ‘I
Remember’, en tono lánguido y etéreo,
dándole paso a Damien, quien imprime a la canción
una fuerza rayana en la desesperación.
La última pista de ‘0’, ‘Eskimo’, tiene dos tracks ocultos, que no conviene pasar por alto, en especial por lo que se refiere al primero de ellos (el segundo es una canción tradicional navideña cantada por Lisa). Esta canción, ‘Eskimo’, tiene un tono operístico que la distingue del resto de melodías. Es más orquestal y se sale de la línea minimalista imperante en todo el álbum, pero es igualmente emotiva.
A finales de 2006 salió a la venta el esperado nuevo disco de Damien Rice, titulado ‘9’, como una continuación numérica del anterior álbum en línea descendente, y una continuación también instrumental de su predecesor, pero ascendente. Aunque sería muy osado por mi parte decir que ‘9’ es superior en calidad a ‘0’, lo que sí puedo asegurar sin asomo de duda es que, con los mismos ingredientes con los que convenció en su debut, Rice ha sabido combinarlos para obtener una fórmula ligeramente distinta, pero igual de deleitable.
Lo primero que se echa de ver en ‘9’ es la abrumadora presencia del piano en muchas de sus composiciones. Sirva como ejemplo el tema inicial, ‘9 Crimes’, en el que Damien Rice y Lisa Hannigan vuelven a enlazar sus voces en un cálido abrazo. Más notoriedad tiene aún en ‘Accidental Babies’, pieza compuesta sólo para piano, con la voz de Damien más flébil que nunca.
La otra singularidad de ‘9’ es la inclusión de dos temas que sobresalen por su ímpetu y ferocidad, característica que les acerca al rock más puro. Se trata de ‘Me, My Yoke And I’ y ‘Rotless Tree’, canciones de estribillo pegadizo en las que la guitarra, acompañada de violines y violonchelos, se despega de su lacónica desnudez y suena contundente, al tiempo que la voz de Rice se hace más estentórea y convulsa de lo acostumbrado.
Empero, las canciones más sobresalientes de este álbum son ‘Animals Were Gone’ y, sobre todo, ‘Elephant’. La fórmula en ambas es la misma: unos primeros acordes en tono suave y rasgado, con los arreglos de cuerda subrayando la delicada voz de Damien y, en el primer caso, haciendo el coro Lisa Hannigan, para, ya al final, terminar en un in crescendo que alcanza la exultación con unos violines omnipresentes y estremecedores. ‘Elephant’ es, a mi entender, la canción más madura y representativa de la melancolía que destila Damien Rice -más incluso que ‘The Blower’s Daughter’- y, aunque no soy muy dado a otorgar importancia a las letras (siempre he considerado que la melodía es lo fundamental en una pieza musical, y que la letra es secundaria), en este caso quiero hacer una excepción, porque bien lo merece. Éstos son los primeros versos de ‘Elephant’:
“This has got to die,
this has got to stop,
this has got to lie down
with someone else on top”
Sencillamente, maravilloso.
La última canción del álbum, ‘Sleep Don’t Weep’, merece una mención aparte. Es apacible, triste y de una belleza adormecida, y en ella las voces de Damien y Lisa se funden con una ternura infinita. Consigue que te sientas transportado de amor.
Para finalizar con el repaso a su discografía, mencionaré una canción que Damien y Lisa grabaron con motivo de una campaña de derechos humanos para la liberación de la líder birmana Aung San Suu Kyi. La canción de marras se titula ‘Unplayed Piano’, y es una auténtica delicia. A quien le interese, puede ver el videoclip más abajo, cosa que recomiendo encarecidamente.
Por desgracia, parece ser que Damien Rice y Lisa Hannigan han decidido separarse y hacer carrera en solitario. Esperemos que esto no haga más pobre al primero, sino que nos enriquezca con doble ración de belleza.
Con tan sólo dos discos en
su haber, Damien Rice ha ocupado ya un lugar de privilegio
en la música contemporánea, merced a una carrera
meteórica que augura grandes éxitos. Ahora sólo
falta por saber si, continuando con la cuenta atrás
iniciada en su primer álbum, su próximo trabajo
se titulará ‘8’. Se llame como se llame,
lo que es seguro es que el abajo firmante estará pendiente
de su lanzamiento, para sentir el mismo exquisito placer que
con los anteriores.
VÃdeo musical The Blower's Daughter
Óscar Bartolomé